domingo, 24 de enero de 2010

"Éste es el Cordero de Dios"


“Este es el Cordero de Dios” (cfr. Jn 1, 35-42). Juan ve pasar a Jesús y lo señala con un nombre nuevo, ya que nadie había llamado así a Jesús hasta ese entonces. Quienes veían a Jesús, lo veían como a un hombre más, como a un habitante más del pequeño pueblo de Belén. En el evangelio lo describen como al “hijo de José, el carpintero”. Sin embargo, Juan el Bautista le da un nombre nuevo: “El Cordero de Dios”.
¿Por qué Juan le da este nombre? ¿Qué es lo que Juan ve y que no ven los otros? El motivo por el cual el Bautista llama a Jesús "Cordero de Dios", es que Juan ha sido instruido por Dios, y por lo tanto, ve aquello que otros no pueden ver: “Aquel a quien Yo te diga, ese es el Cordero de Dios, el Mesías esperado: es Aquel sobre quien veas descender el Espíritu” (cfr. Jn 1, 29-34).
Porque está iluminado por Dios, Juan el Bautista ve en Jesús lo que nadie ve: ve en Jesús al Hijo eterno del Padre, el Emmanuel, caminando en medio de los hombres. Juan ve en Jesús no solo al “hijo de José, el carpintero”, sino que ve al Hombre-Dios, Dios Hijo, que procediendo del seno del Padre se reviste de una humanidad y vive entre los hombres; Juan ve en Jesús al Cordero Inmaculado, que será inmolado en el altar de la cruz para que los hombres, recibiendo la sangre del Cordero, reciban el Espíritu de Dios y con el Espíritu de Dios, la filiación divina; Juan ve en Jesús que pasa al Cordero del Apocalipsis, ante quien se postran en adoración eterna los espíritus puros, los santos y los ángeles de Dios; Juan ve en Jesús que pasa al Cordero Degollado, el Cordero cuya sangre cae en el cáliz, en la misa, concediendo la vida de Dios Trino al alma que la consume; Juan ve en Jesús que pasa el misterio de Dios escondido por los siglos y manifestado en su encarnación.
Así la Iglesia, que posee la visión mística y contemplativa de Juan el Bautista -quien al ver pasar a Jesús no ve a un simple hombre, sino que exclama, lleno del Espíritu: “Este es el Cordero de Dios”- y siendo la Iglesia la Esposa del Cordero, lo contempla extasiada en la Eucaristía, y donde otros ven solo un poco de pan consagrado, la Iglesia adora el misterio y dice: “Este es el Cordero de Dios”[1].
[1] Cfr. Misal Romano.

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