miércoles, 28 de septiembre de 2011

El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza



“El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9, 57-62). Mientras Jesús va de camino con sus discípulos, alguien le dice: “Te seguiré donde quiera que vayas”. Jesús no le dice que no le siga, ni tampoco que lo siga; le advierte las extremas condiciones que tendrá que soportar en su seguimiento: “El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.

Con esto, Jesús quiere hacerle ver, por un lado, la pobreza de quien quiera seguir a Jesús, pues no contará con nada material, y pone el ejemplo de las zorras y de los pájaros que, por la Providencia divina, aún siendo seres irracionales cuentan con bienes, que son sus cuevas y sus nidos.

El Hijo del hombre, por el contrario, nada posee, y tanto es así, que “no tiene dónde reposar la cabeza”, es decir, no tiene casa propia, ni bienes materiales, ni siquiera una almohada en donde descansar.

Jesús hace esta advertencia porque quien lo sigue, lo sigue camino del Calvario, camino de la cruz, y en la cruz Jesús no posee ningún bien material, y los únicos bienes materiales que posee, la cruz de madera, el cartel que indica que Él es rey, los clavos de hierro, la corona de espinas, todos han sido prestados por Dios, para que lleve a cabo su obra de redención. Y si Él nada tiene en la cruz, entonces sus discípulos también deben vivir en la pobreza de la cruz.

Pero hay algo más que quiere decir Jesús con esta frase, y es relativa al momento de la crucifixión, porque es en la cruz en donde Jesús, coronado con una enorme y pesada corona de espinas, que le llegan hasta la nuca, y crucificado con gruesos clavos de hierro que le impiden el reposo, y como además sus brazos están estirados al máximo, y también sus piernas, no tiene “dónde reclinar la cabeza”.

Es decir, además de la pobreza de la cruz, Jesús nos quiere decir que, quien quiera seguirlo, debe seguirlo hasta la crucifixión y muerte de cruz, y estar dispuesto a participar de este estado suyo de crucificado.

Para que la frase “te seguiré dondequiera que vayas” no quede en mera declaración de deseos, el cristiano debe ser consciente de que Jesús no tiene dónde reclinar la cabeza, porque está crucificado, y que él, como seguidor suyo, también debe subir a la cruz.

Y el lugar para la unión con Cristo crucificado es la Santa Misa, renovación incruenta del sacrificio de la cruz, en donde Jesús “no tiene dónde reclinar la cabeza”.

1 comentario:

  1. Seguir a Jesucristo nos lleva a la pobreza, desprendimiento de todo, y de todos. A coger nuestra cruz porque nuestro Maestro y Señor, es un Crucificado por amor.
    ¡Muchas gracias por el post!
    Dios e bendiga!!!

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