domingo, 25 de septiembre de 2011

El más pequeño es el más grande



“El más pequeño es el más grande” (cfr. Lc 9, 46-50). Los discípulos de Jesús, demostrando la humana ambición de poder, discuten entre sí sobre quién es el “más grande”. Piensan, equivocadamente, que Jesús es un líder religioso al estilo de los líderes del mundo, que reparten sus favores y dádivas a quienes más cerca de ellos se encuentren. Pero como los líderes del mundo gobiernan, en la gran mayoría de los casos, por medio de la opresión y de la injusticia, quienes están cerca de ellos, deben ser como ellos, igualmente injustos y opresores de los débiles.

Jesús, escuchando la discusión, y viendo, en su omnisciencia divina, la soberbia anidada en los corazones de sus discípulos, toma a un niño de la mano, lo atrae hacia sí, y dice: “El que recibe a este niño en mi nombre me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió. El más pequeño es el más importante”.

Con este ejemplo, simbolizado en el niño, que encarna la simplicidad y la humildad, Jesús les hace ver a sus discípulos no sólo la inutilidad de discutir acerca de quién es el más grande, sino que los criterios de dominio y de poder mundanos no tienen cabida en el Reino de Dios.

En el Reino de los cielos, el “más importante” no es el que tiene más poder, o el que más sabe, o el que ocupa cargos más importantes, como entre los hombres, sino el que es como un niño, en el sentido de tener la humildad, la sencillez, la simplicidad, de un niño, y es por eso que Jesús dice que “el que no se haga como un niño, no entrará en el Reino de los cielos” (cfr. Mt 18, 1-5).

Pero el ser “pequeño” tiene otro significado que lo tiene a Él, a Jesús, como el principal modelo, y es Él mismo en la cruz. Es en la cruz en donde Jesús aparece pequeño a los ojos de los hombres. Él, que es el Dios Santo, Fuerte e Inmortal, no parece ni santo, ni fuerte, ni inmortal, porque es condenado como un malhechor, es crucificado como quien no puede defenderse, y muere realmente, como si fuera solo un hombre.

Jesús en la cruz es la imagen más clara y precisa de qué es lo que significa “pequeño” para Dios, ya que más que pequeño, aparece como insignificante, como alguien que no cuenta para nada, sino solamente para morir y ser desterrado de entre los vivientes.

Y sin embargo, desde la aparente pequeñez de la cruz, Jesús, el Dios Tres veces Santo, el Dios Fuerte y omnipotente, el Dios Inmortal y eterno, vence para siempre a los enemigos del hombre, el demonio, el pecado y la muerte.

“El más pequeño es el más grande”. Quien quiera ser verdaderamente grande en el Reino de los cielos, debe unirse en esta tierra a la cruz de Jesús y participar de su Pasión, de sus dolores, de su tristeza y de su amargura.

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