viernes, 21 de octubre de 2011

Saben pronosticar el clima y no saben leer el tiempo presente


“Saben pronosticar el clima y no saben leer el tiempo presente” (cfr. Lc 12, 54-59). Jesús trata duramente a sus discípulos, porque saben pronosticar el tiempo climatológico –ven una nube, y saben si va a llover; ven el cielo despejado y saben si va a hacer calor-, pero no saben interpretar el “tiempo presente”, es decir, las señales espirituales que envía el cielo y que preanuncian lo que va a suceder sobre los hombres.

También a nosotros nos cabe el llamado de atención, tanto más, cuanto que hoy se pronostica el clima con muchísima precisión, pero al mismo tiempo, y sobre todo los cristianos, no sabemos leer las señales del cielo.

¿Cuáles son estas señales? ¿Qué vemos, cuando elevamos la vista al cielo, no al cielo cosmológico, sino al cielo del Reino de los cielos? Lo primero que vemos, en nuestros días, en este siglo XXI, es que las nubes son tan densas y tan oscuras, que han ocultado prácticamente por completo el sol; vemos que una gran tormenta se cierne; vemos rayos y relámpagos, y sentimos el ulular de un fuerte viento, que crece momento a momento y que amenaza convertirse en un huracán; vemos que la tormenta se ha de desencadenar en la noche, y que debemos tomar recaudos y proveernos de velas, porque probablemente no habrá luz, porque se cortará toda energía por un largo tiempo.

Cuando elevamos la vista a los cielos, al Reino de los cielos, vemos que se viene una tormenta, una gran tormenta, porque las densas y oscuras nubes que han ocultado al sol, y que han convertido al día en noche, son los pecados de los hombres del siglo XXI, que se elevan en número e intensidad cada vez mayor, a medida que pasan los días: violencia irracional del hombre contra el hombre; apostasía masiva en la Iglesia, y el que no apostata, se rebela; crecimiento inaudito de la brujería y del ocultismo; música satánica por doquier; programas televisivos, de audiencia masiva, lujuriosos y lascivos disfrazados de concursos de bailes; difusión, como una plaga, del aborto; eutanasia; fecundación in vitro; alquiler de vientres; homomonio; avaricia; usura financiera; explotación del hombre por el hombre a todo nivel; mentira como norma de relación humana; discordia; drogas a niveles jamás alcanzados antes; traición a la familia por el adulterio; traición a la patria por las ideologías; traición a Dios por el dinero; destrucción del medio ambiente, de la Creación de Dios, por codicia y por afán desmedido de ganar dinero en todo momento…

La lista de los pecados del hombre del siglo XXI, pecados todos nacidos del corazón humano, que se vuelven contra el mismo hombre, es interminable, y son estos pecados los que han formado las oscuras nubes que han ocultado al Sol de justicia, Jesucristo, y que amenazan con descargarse sobre la tierra.

Jesús les dice a sus discípulos que son hipócritas porque “no saben juzgar ellos mismos qué es lo que tienen que hacer. ¿Y qué es lo que tenemos que hacer nosotros, que vivimos en este tiempo de oscuridad?

Ofrecer reparaciones; amar y adorar a Dios Presente en el sagrario, y compadecernos de su imagen viviente en la tierra, el prójimo. Y rezar, rezar y rezar, sin pausa, continuamente, con insistencia, para que al menos la tormenta comience más tarde.

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