jueves, 26 de julio de 2012

El corazón que recibe la Palabra es tierra fértil que produce frutos de bondad



“El corazón que recibe la Palabra es tierra fértil que produce frutos de bondad” (Mt 13, 18-23). Jesús compara al corazón del hombre con distintos tipos de tierra, que reciben de distinta manera la Palabra de Dios, comparada a su vez con una semilla. De igual manera a como la semilla de un árbol necesita de de la tierra fértil para germinar y dar fruto, así también sucede con la Palabra de Dios: necesita de un corazón humano deseoso de recibirla, para poder germinar y dar frutos de bondad.
De acuerdo a la parábola, no es la semilla, es decir, la Palabra, la que no es capaz de fructificar, sino los distintos tipos de tierra, es decir, de corazones humanos, capaces de recibirla. Hay quienes, recibiendo la Palabra de Dios, no permiten que germine, debido a diversos factores: tribulaciones, persecuciones, preocupaciones mundanas, seducción de las riquezas del mundo.
Muchos cristianos, llamados a ser jardines florecidos, no pasan de ser áridos y yermos parajes, en donde en vez de poder recogerse los dulces frutos de la Palabra de Dios –humildad, paciencia, generosidad, sacrificio-, solo se recogen agrios y amargos frutos, que revelan la propia nada y su sequedad espiritual –soberbia, enojo, susceptibilidad, egoísmo, discordia, división-.
Para aquel que desee convertir a su corazón en un terreno fértil, en donde la semilla de la gracia pueda germinar y crecer, para dar frutos de bondad y santidad, lo que tiene que hacer es imitar a la Virgen María, en cuyo Corazón Inmaculado la Palabra de Dios dio el fruto más hermoso que jamás criatura alguna pueda dar, su Hijo, Jesús de Nazareth.

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