viernes, 23 de noviembre de 2012

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo



         La Iglesia proclama y celebra a su Rey, Jesucristo, como culminación del año litúrgico. Para poder apreciar en su verdadera dimensión espiritual y sobrenatural esta celebración, es necesario recordar que si bien Cristo es Rey, se diferencia substancialmente de los reyes de la tierra, de modo que ningún rey terreno puede comparársele, y esto no solo porque su Reino “no es de este mundo”, como Él mismo lo dice, sino porque Él mismo no es un rey más de las innumerables monarquías existentes a lo largo y ancho del mundo, y en toda época de la historia humana.
         Jesús es Rey, pero no es un rey como los demás, y esto por muchos motivos: a diferencia de los reyes de la tierra, que adquieren la reyecía porque son proclamados reyes por otros hombres, Jesús es Rey por derecho propio, puesto que es Dios Hijo en Persona, y como Dios, es Dueño de toda la Creación, de todo el Universo visible, y del ejército invisible de ángeles de luz; es Rey también como Hombre, porque su Naturaleza humana, asumida en el momento de la encarnación en el seno de María Virgen, es perfecto, al no solo no tener ni la más mínima sombra de pecado, sino al divinizar y santificar su humanidad en el momento de la encarnación, con su propia divinidad y santidad.
         A diferencia de los reyes de la tierra, que tienen reinos que son terrenos y, por lo tanto, limitados e imperfectos, y pueden ser localizados en una extensión geográfica particular, el Reino de Jesús “no es de este mundo”, porque es un Reino celestial, que es el cielo mismo, y por eso no tiene localización geográfica, y aunque existe en la tierra, tampoco puede localizarse en un lugar, puesto que Él reina, por medio de la gracia santificante, en los corazones de los que lo aman.
         A diferencia de los reyes de la tierra, cuyas coronas están tapizadas por dentro con telas acolchadas para que el peso de los materiales preciosos de la corona no lastime sus sienes, y están confeccionadas con oro puro, plata, diamantes, Nuestro Rey lleva en sus sienes una corona de gruesas espinas que laceran su cuero cabelludo y hacen salir de su Sagrada Cabeza torrentes de Sangre preciosísima, más preciosa que el oro puro, la plata y los diamantes.
         A diferencia de los reyes de la tierra, que se visten con costosísimos vestidos de seda y de lino, bordados con hilos de oro y plata, Nuestro Rey Jesucristo se viste con un manto rojo, que es su Sangre, que corre a raudales de sus heridas abiertas.
         A diferencia de los reyes de la tierra, que en sus horas de triunfo sobre sus enemigos, son aclamados y vitoreados por las multitudes, que de esa manera les agradecen el haberlos librado de sus enemigos, Jesús, Nuestro Rey, en la Hora de su más resonante triunfo contra los mortales enemigos del hombre, el demonio, el mundo y la carne, la Hora de su agonía y muerte en la Cruz, se ve abandonado por la inmensa mayoría de sus discípulos, de aquellos que habían recibido milagros, dones, portentos, obras prodigiosas, sanaciones milagrosas, aunque recibe el consuelo de la Presencia de su Madre, la Virgen, que llora sin consuelo al pie de la Cruz, y el de los discípulos qeu lo aman, como Juan, quienes muestran su agradecimiento permaneciendo arrodillados ante la Cruz, besando las heridas de sus pies traspasados.
         A diferencia de los reyes de la tierra, que poseen un cetro de madera fina de ébano, como signo de su poder terreno, el cetro de Nuestro Rey es la Cruz, formada de un tosco madero, y con este cetro santo, el leño ensangrentado de la Cruz, gobierna el Universo entero, el visible y el invisible.
         A diferencia de los reyes de la tierra, que cuando salen a batallar y ganan las guerras, traen como cautivos y esclavos a otros hombres, además de riquezas terrenas, como oro, plata, y toda clase de mercancías valiosas, Jesús Rey del Universo, triunfante en el madero de la Cruz en su lucha contra los tres enemigos mortales del hombre, el demonio, el mundo y la carne, trae para los hombres toda clase de bienes celestiales, el perdón de Dios, la filiación divina por la gracia, la amistad con Dios, y todo su Amor y su Misericordia infinitos.
A diferencia de los reyes de la tierra, que reinan desde sus sillones mullidos y tapizados en seda, cómodamente sentados, y cuyas órdenes esclavizan a los hombres, Nuestro Rey Jesucristo reina desde el madero ensangrentado de la Cruz, y desde allí emana sus decretos reales, decretos de perdón, de amor y de paz de parte de Dios Padre para con los hombres.
Porque reina desde la Cruz, la Iglesia le canta, por boca de sus santos:
“El nuevo Rey/
de los siglos nuevos/
CRISTO JESÚS/
Sólo Él/
Llevó sobre sus espaldas/
El poder y la majestad/
De la nueva gloria:/
La CRUZ,/
Como dice el profeta:/
Rey es el Kyrios/
Desde el madero”[1].

Y fuimos nosotros los que subimos a Nuestro Rey a la Cruz, con nuestros pecados, porque si los reyes de la tierra son puestos en sus lugares de poder por los hombres, sin haber hecho ningún mérito por la salvación de la humanidad, Nuestro Rey en cambio fue levantado en alto en el leño de la Cruz, por la maldad de nuestros corazones, y eso a pesar de que obró para con nosotros la obra más grande que jamás pueda concebirse, la obra de la Redención.
A Nuestro Rey, que reina desde el madero ensangrentado de la Cruz, le cantamos como Iglesia: “Ante Ti, Hombre-Dios crucificado, Jesucristo, Rey del Universo, hincamos nuestras rodillas y te adoramos; que Tu Preciosísima Sangre caiga sobre nosotros y sobre el mundo entero, para que por esta Sangre tuya, la Sangre del Cordero, quedemos libres de toda culpa y así, con el corazón encendido en amor santo hacia Ti, continuemos en la eternidad, en los cielos, esta humilde adoración que te brindamos en el tiempo, arrodillados ante tu Cruz”.
Pero además de la Cruz, Jesucristo Rey del Universo reina desde la Eucaristía, y por eso también doblamos nuestras rodillas ante Nuestro Rey Jesús en la Eucaristía, y a Él le ofrecemos el humilde homenaje de nuestra adoración.


[1] Tertuliano, Adv. Marcionem III, 19.

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