miércoles, 26 de diciembre de 2012

Octava de Navidad 1 2012



         El lugar del Nacimiento del Niño Dios está señalada, en la Basílica de la Natividad, por una Estrella de plata. Se trata del lugar físico, real, en el que nació Jesús de Nazareth. Inicialmente una gruta que servía de refugio a los animales, luego fue convertido en una maravillosa basílica, templo de Dios y meta de peregrinación para cientos de miles de cristianos.
         Aunque pudiera parecer un simple solar, similar al de muchos otros que conmemoran el lugar físico del nacimiento de personas destacadas en la historia, la estrella de plata que señala el lugar del Nacimiento de Jesús de Nazareth no es un solar más, puesto que se trata del Nacimiento de Dios Hijo en Persona, de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que viene a este mundo como Niño, sin dejar de ser Dios. Como tal, es el lugar que conmemora el ingreso en este mundo, terreno y temporal, del Ser trinitario, Ser que es eterno y que al ingresar en el tiempo, permea el tiempo, lo atraviesa, lo impregna de eternidad, y lo conduce a la eternidad, puesto que lo absorbe en sí mismo.
         Precisamente, por ser un hecho tan trascendente, el Nacimiento en el tiempo de un Ser que es eterno, no se limita a un lugar físico, por lo que el solar que indica este Nacimiento simboliza y comprende algo más que un mero lugar físico, a diferencia de solares de seres humanos destacados, que sólo indican el lugar físico de su llegada a este mundo.
         En otras palabras, la estrella de plata de la Basílica de la Natividad, siendo como es un elemento material, y estando como está en un lugar físico, es un símbolo de otros solares, ya inmateriales y fuera del tiempo, que perpetúan y prolongan el Nacimiento terreno, temporal y físico de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que es eterna y por lo tanto atemporal.
         Esos otros “lugares”, por así decir, a los cuales remite el solar de Jesús, y en donde se prolonga y perpetúa su Nacimiento, el Nacimiento del Niño Dios, son los altares eucarísticos, en donde el Niño Dios, en cada Santa Misa, prolonga y perpetúa su Nacimiento, en la consagración eucarística, y son los corazones de los hombres, en donde el Niño Dios también prolonga y perpetúa su Nacimiento, esta vez por la gracia santificante.
         De esta manera, el solar que indica el Nacimiento físico de Jesús de Nazareth, se encuentra en un lugar físico, pero a la par que señala el lugar real del Nacimiento del Niño Dios, remite a otros solares, los altares eucarísticos, en donde el Niño Dios prolonga su Nacimiento, oculto bajo el velo del sacramento, y en las almas de los hombres, puesto el Nacimiento se multiplica por la gracia en los corazones.

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