lunes, 11 de marzo de 2013

“Levántate, toma tu camilla y camina”



“Levántate, toma tu camilla y camina” (Jn 5, 1-3. 5-16). Un hombre afectado por una parálisis no encuentra a nadie que lo ayude para aprovechar el momento en el que un ángel desciende a la pileta de Betsaida, agita las aguas y les concede poder curativo. Cuando Jesús se le acerca, el paralítico se queja de la falta de compasión de quienes se encuentran allí, falta de compasión que es la causa por la que continúa enfermo.
Jesús suple con creces esta ausencia de compasión, obrando en él el milagro de la curación de su mal. Luego de decirle: “Levántate, toma tu camilla y camina”, el hombre queda efectivamente curado y se retira.
Los otros personajes intervinientes, los fariseos, demuestran todavía mayor indolencia que la de aquellos que no auxiliaron al hombre paralítico porque se concentran en la investigación de las faltas legales[1] cometidas por él –en sábado estaba prohibido hacer tareas manuales, y el paralítico, ya curado, la transportaba caminando- y sobre todo por Jesús, ya que la curación la hizo en sábado, lo cual era considerado también como falta legal.
El pasaje evangélico nos enseña cuán duro es el corazón del hombre sin Dios, ya que puede ver a su prójimo tendido en el suelo, como le sucedía al paralítico, y hacer caso omiso de su necesidad; pero también nos muestra cómo los hombres que al menos en apariencia están con Dios, como los fariseos, también endurecen sus corazones, desde el momento en que lo único que les interesa es acusar a su prójimo por presuntas faltas legales.
Con la curación milagrosa, Jesús no nos enseña a ser solidarios: nos enseña cuál es la esencia de la religión: la caridad, la bondad, la compasión, la misericordia para con el que más sufre. Debemos estar muy atentos a sus enseñanzas sobre la misericordia, porque de lo contrario caeremos en la indolencia y en la dureza de corazón y, lo peor de todo, en el cínico fariseísmo, cáncer de la religión.


[1] Cfr. B. Orchard, Verbum Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Editorial Herder, Barcelona 1957, 705.

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