domingo, 15 de septiembre de 2013

Exaltación de la Santa Cruz



          "Es necesario que el Hijo del hombre sea elevado a lo alto, para que todo aquel que crea en Él se salve". La crucifixión de Jesús, evento salvífico para toda la humanidad, está representado simbólicamente en el episodio del Antiguo Testamento, en el cual Moisés eleva en alto una serpiente de bronce, la cual, milagrosamente, cura a todos aquellos que la miran. Por este motivo, para poder apreciar mejor el misterio de la Exaltación de la Santa Cruz, es necesario reflexionar acerca del episodio del Pueblo Elegido. Durante la travesía por el desierto, los hebreos sufren, en un momento determinado, el ataque de unas serpientes venenosas, cuya mordedura les inyecta un veneno mortal. Frente a este grave peligro, que amenaza con la supervivencia del Pueblo Elegido, Moisés recibe una orden divina: debe construir una serpiente de bronce y elevarla a lo alto, de modo que todo aquel que haya sido mordido por las serpientes y experimente el dolor del veneno y el ardor de la fiebre, sea curado, lo cual sucede efectivamente. En este episodio del Pueblo Elegido, está representada, simbólicamente, la historia de la salvación de la humanidad por el sacrificio de Cristo en la Cruz, puesto que cada elemento simboliza una realidad sobrenatural: el Pueblo Elegido, que peregrina por el desierto hacia la Tierra Prometida, representa al Nuevo Pueblo Elegido, los bautizados en la Iglesia Católica, que peregrinan, por el desierto del mundo y de la historia humana, hacia la Jerusalén celestial. Las serpientes venenosas, cuyas mordeduras inyectan un veneno mortal, representan a los demonios, quienes al morder el corazón del hombre les inyectan el veneno mortal del pecado, que aniquila la vida de la gracia y elimina todo rastro de vida espiritual. La serpiente de bronce, a su vez, que cura milagrosamente a todo aquel que la mira, representa a Jesucristo, quien, elevado en lo alto en la Cruz infunde, por su omnipotencia, la vida de la gracia, que mucho más que restituir la salud o la vida corporal y natural, hace partícipe al alma de la misma vida divina de la Santísima Trinidad. Entonces, así como Moisés levanta en alto la serpiente para que todo aquel que la mire quede curado de la mordedura de las serpientes, así Jesucristo, al ser levantado en alto, concede la gracia de la conversión del corazón a todo aquel que lo contemple en la Cruz. Y como la Santa Misa es la renovación incruenta del mismo y único sacrificio de la Cruz, también recibe esta gracia quien contempla, adorando, la Santísima Eucaristía.

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