viernes, 20 de febrero de 2015

Viernes después de Ceniza


Cristo Esposo de la Iglesia Esposa

“Los amigos del Esposo ayunarán cuando el Esposo les sea quitado” (Mt 9, 14-15). Le preguntan a Jesús porqué sus discípulos no ayunan, como sí lo hacen los discípulos del Bautista y también los fariseos. Jesús responde con una frase enigmática: “Los amigos del Esposo ayunarán cuando el Esposo les sea quitado”. La frase se entiende cuando se comprende que “el Esposo”, al cual hace referencia Jesús, es Él mismo, llamado “Cristo Esposo de la Iglesia Esposa”: esto quiere decir que sus discípulos, los discípulos del Cristo, los “amigos del Esposo”, no pueden ayunar mientras esté Él, porque gozan de su Presencia: ayunarán, por el contrario, cuando el Esposo les sea quitado, y eso sucederá cuando Él muera en la cruz, por la salvación de los hombres. Cuando eso suceda, sus discípulos, los amigos del Esposo, ayunarán, porque entonces no lo verán, hasta la Resurrección.
Ahora bien, el verdadero ayuno cristiano –el ayuno de los amigos del Esposo- está anticipado por el profeta Isaías, según el cual, el ayuno que agrada a Dios, no es simplemente el hecho de privarse de alimentos, andar con cara compungida, “doblando la cabeza como juncos”, y echándose cenizas en la cabeza: el verdadero ayuno, el que agrada a Dios, es el ayuno del mal, acompañado de la saciedad de las obras buenas. En efecto, por boca del profeta Isaías, Dios en Persona se queja y advierte en contra de los cristianos hipócritas, aquellos que exteriormente cumplen con los preceptos y con el ayuno, pero que al mismo tiempo, tienen voluntariamente su corazón hirviendo por los malos deseos, por la malicia, por la injusticia, y levantan su puño contra su prójimo. Esta clase de ayuno y de oración es aborrecible a los ojos de Dios, puesto que la privación de alimentos y la plegaria de los labios dirigida a Dios, debe estar precedida e informada por el amor, el cual debe demostrarse en obras, las cuales, a su vez, solo pueden ser realizadas cuando en el corazón brilla y se enseñorea la gracia santificante, origen de todo pensamiento, de todo deseo y de toda obra buena, meritoria para el cielo.

“Los amigos del Esposo ayunarán cuando el Esposo les sea quitado”. Nosotros, los cristianos, somos “los amigos del Esposo” y es por eso que debemos ayunar –durante todo el año, pero con más intensidad en el tiempo de Cuaresma-. Paradójicamente, para poder realizar este ayuno –privación de alimentos corporales, privación de obras malas y realización de obras de misericordia-, debemos saciarnos con un banquete celestial, constituido por pan, vino y carne de cordero: el Pan de Vida eterna, el Pan vivo bajado del cielo; el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, y la Carne del Cordero de Dios, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, la Eucaristía.

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