martes, 14 de julio de 2015

“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”


“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15-20). Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y los envía a la misión: el terreno a misionar es “toda la creación” (todo el mundo) y el objetivo de la misión es “anunciar la Buena Noticia”. ¿Cuál es la Buena Noticia? La Buena Noticia de que Él, el Hijo de Dios encarnado, ha muerto en cruz y ha resucitado, para no solo perdonar los pecados, destruir la muerte y derrotar al demonio, sino ante todo, para conceder la filiación divina a todos y cada uno de los que crean en Él, para convertirlos hijos adoptivos de Dios y en herederos del Reino. La Buena Noticia es también que Él se ha quedado en medio de nosotros, en la Eucaristía, en el sagrario, para acompañarnos “todos los días, hasta el fin del mundo”, para consolarnos en nuestras penas, para fortalecernos en nuestras debilidades, y para donársenos como Pan Vivo bajado del cielo, que concede a quien lo consume con fe y con amor, todo el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico, que es el Amor trinitario de Dios Uno y Trino.

Es esta la Buena Noticia que todo cristiano debe anunciar: que Jesús no solo ha resucitado y ha dejado libre y vacío el sepulcro, sino que, a partir de Domingo de Resurrección, está en cada sagrario, en la Eucaristía, en acto de donación de su Ser divino trinitario y de todo el Amor infinito y eterno de su Sagrado Corazón. El cristiano debe anunciar esta Buena Noticia, que permite que todas las buenas noticias humanas sean verdaderas y buenas y tengan sentido, y sin la cual, ninguna noticia es buena en realidad. Pero a su vez, la Buena Noticia del Evangelio de Jesús, de su muerte y resurrección y de su Presencia gloriosa y resucitada en la Eucaristía, es a la vez el preludio de otra Buena Noticia: esta vida terrena es corta, muy corta, y da lugar a la feliz eternidad en la contemplación cara de las Tres Divinas Personas, en el Reino de los cielos. Por esta Buena Noticia, el cristiano considera a las cosas de este mundo como pasajeras, y por eso no se asusta, si son malas, porque no durarán mucho tiempo, y tampoco se alegra en demasía, sin son buenas, porque lo que la alegría que le espera en el Reino de los cielos es infinitamente superior a toda alegría terrena. Porque la Buena Noticia de Jesucristo, con su promesa de amor infinito, de alegría eterna y de dicha inimaginable, en la comunión de vida y amor con las Tres Divinas Personas, trasciende los límites espacio-temporales de esta vida terrena para proyectarse hacia la eternidad, es que el cristiano considera caducas a todas las cosas de la tierra y repite, junto con Santa Teresa: “Tan alta vida espero, que muero porque no muero”.

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