martes, 22 de mayo de 2018

“Los discípulos no comprendían (…) discutían sobre quién era el más grande”




“Los discípulos no comprendían (…) discutían sobre quién era el más grande” (cfr. Mc 9, 30-37). Mientras Jesús les anticipa proféticamente y les revela el más grande misterio sobrenatural de la humanidad, esto es, su misterio pascual de muerte y resurrección, los discípulos dan muestra de no estar a la altura de los acontecimientos: no solo “no comprenden” lo que Jesús les está diciendo, sino que además “discuten entre ellos acerca de quién sería el más grande”. La actitud de los discípulos refleja cuál es la actitud de muchos cristianos dentro de la Iglesia y de la Iglesia de todos los tiempos, puesto que se da desde el estado embrionario de la Iglesia Apostólica: muchos cristianos están en la Iglesia, pero “no comprenden” el misterio pascual de Jesucristo, además de “discutir acerca de quién es el más grande”. Es decir, muchos cristianos están en la Iglesia, pero sus categorías existenciales y espirituales son literalmente mundanas: por un lado, al no comprender la sobrenaturalidad del misterio de la gracia que concede la filiación divina, rebajan el misterio de la Iglesia al reducido alcance de la razón humana, convirtiendo al catolicismo en un humanismo cristiano; por otro lado, y como consecuencia natural de la radical incomprensión del misterio pascual del Hombre-Dios Jesucristo, ambicionan puestos de poder dentro de la Iglesia, como si la Iglesia Militante fuera un espacio político o una organización no gubernamental que concede dinero, prestigio y poder a quienes más encumbrados están en el poder.
“El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará (…) Pero los discípulos no comprendían esto (…) discutían sobre quién era el más grande”. La fe sobrenatural en el misterio pascual de Jesucristo es un don que viene de lo alto; no es una consecuencia de una deducción lógica de nuestro razonamiento y por eso debe ser pedida insistentemente y no creer que por estar bautizados y por hacer determinadas prácticas devocionales “lo sabemos todo”. Si esto hiciéramos, caeríamos en el mismo error de los discípulos: rebajar el catolicismo a un humanismo cristiano y buscar puestos de poder en la Iglesia, reducida a un espacio mundano de poder, dinero y prestigio mundano.

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